Mi patria es mi infancia



"Mi patria es mi infancia"
. Así lo expresó un sabio y yo hago mia esta frase. Mi infancia fue feliz y me siento orgulloso de haberla vivido en Mosqueruela. Por ello me considero chinchirino de corazón y he creado este blog para rescatar la Mosqueruela de antaño, la que guardo en mis recuerdos y que me gustaría compartir con todos aquellos que, como yo, llevan a Mosqueruela en el corazón.



miércoles, 29 de agosto de 2012

Animalicos en extinción






FIESTA DE LOS PASTORES. MOSQUERUELA 2012


Estuve en la fiesta de los Pastores...y cené con ellos. Una cena "pastoril" y contundente, de dos platos. Como si viniéramos todos de guardar las ovejas en el corral después de un día agotador. Aunque la realidad era que podían contarse con los dedos de la mano los pastores "de verdad" que habían entre los casi 150 que estábamos allí.




Pero eso no importa cuando el pastoreo se lleva en el corazón o en el recuerdo, cuando forma parte de tu propia historia y la de tus antepasados... y ese era el caso de todos los presentes. Así que, cuando nos dieron la gorra "oficial" con el logotipo de los Pastores, no hubo nadie que no se la pusiera (comprobarlo en las fotos) y hasta yo mismo, que casi no diferencio una Cartera de una Ojinegra, me sentía como un auténtico pastor.




"Al año que viene que regalen el garrote" , dijo alguien, "y al próximo un zurrón" añadió otro. Y yo pensaba que si en ese momento me los dan y me ponen las ovejas delante del Pabellón, soy capaz de llevármelas hasta el mismo mas de Gil. Vease lo insensato que puede llegar a ser uno en el momento álgido de una cena.




Y es que la alegría y el buen humor que reinaba desde el principio se desparramó tras el postre, con la llegada de los licores espirituosos. La charanga "Los Espontáneos" ayudaba a caldear el corral y por un momento aquello me pareció la "Madre de todos los Bureos"... aunque faltaran las guitarras y las pastorcicas.




"¡Bicarbonato, bicarbonato!", exigió alguien con insistencia al camarero, "hay que acabarse el vino que sobra". Y con un poco de jarabe de limón, ya que no había miel, lo mezcló en un vaso con el vino y echó el bicarbonato mientras removía con la cuchara. "Hay que tomárselo bullendo, que sinó está muy malo". Así que para conseguirlo no queda más remedio que bebérselo de un trago y después, como mandan los cánones, eructar. ¡Que es muy malo retener gases!... y además te lo pide el cuerpo. "Ande esté esto, que se quite la Coca-Cola".




¡Sí señor! Hay que reivindicar el "Zarzón" como una bebida autóctona de Mosqueruela. Una tradición más de pastores y masoveros que se mantiene a lo largo de los años y que no está en extinción como algunos animalicos.




Y entre risas y cachondeo, rodeado de viejos amigos y con mi gorrica de pastor, que no me quité hasta que me fui de Mosqueruela, aquella noche me sentí como un chinchirino más, arropado por la hospitalidad pastoril de estos "animalicos en extinción". 

A todos los pastores, desde aquí, mi más sincero agradecimiento.


Alberto Agudo

jueves, 2 de agosto de 2012

Una pastora en "el Charco"




Pilar, pastora de Mosqueruela, a la sombra de los chopos junto a el Charco.



Ya me iba de Mosqueruela. Tomaba la vereda triste que lleva a Valencia después de cuatro días vividos intensamente entre pinos y masías, aspirando el aroma de la ontina, caminando junto a las viejas paredes, escuchando al cuervo lejano... y también días de reencuentro con los viejos amigos y algunos otros a los que solo conocía "virtualmente". Pero no quería partir a casa sin antes despedirme de mis amigos más ancianos: los chopos de El Plano. Allí me dirigí por la pista que desde la antigua serrería lleva hacia el Charco. Sentada a la sombra sobre una piedra me encontré con Pilar y sus cabras, que estaban apagando la sed en la menguada charca. 

Hablamos un rato y pronto salió el tema de la sequía de este año. "Está todo muy seco pues no ha llovido desde el año pasado.¡Dios quiera que no haya ningún incendio! No entiendo como tanto que estudian los sabios, que hasta han ido a la luna, y no son capaces de hacer que llueva. ¿Qué se les ha perdido allí?, más valdría que ese dinero lo emplearan en cosas de provecho".

Le doy la razón y ella sigue hablando de lo mal que está todo "mi marido impedido en la cama, que tengo que ir yo con las cabras y no nos dan ninguna ayuda del gobierno, ¡ya ve ustéd!" y sigue enumerando más desastres hasta que acaba diciendo "...pero he de decirle que después de la guerra fue peor". "Claro" le digo yo "además, con los maquis..."

Y entonces ella, levanta la cabeza, me mira cambiando el semblante y en un tono de voz diferente dice: " no me hable de maquis, que siendo yo una cria vinieron a la masía a llevarse a mi padre diciendo que ya no lo íbamos a ver más; y a mi madre y a nosotros, que éramos diez hermanos, nos encerraron en un cuarto a todos. Luego a mi padre lo soltaron, ¡gracias a Dios!, pues no era a él al que buscaban, que se habían equivocado, pero después se lo llevaron los de la Guardia Civil porque decían que ayudaba a los guerrilleros y allí casi lo matan de una paliza. Al final lo soltaron al pobrecico... ¡él no había hecho nada!".




Pasa un coche y Pilar se levanta para apartar las cabras del camino. Mientras se va le pregunto por la masía y me dice el nombre (que, por no anotarlo, ahora lo he olvidado) "... está en Nogueruelas, luego me vine a vivir aquí". Y con paso ligero, garrote en mano y una bolsa de plástico por zurrón se fue Pilar. Vestida como un hombre, pues en el campo sobra la coquetería. Y yo me quedé con un montón de preguntas por hacerle. 

¡Volveremos a vernos, Pilar. Quedan muchas historias por contar!

Alberto Agudo