Mi patria es mi infancia



"Mi patria es mi infancia"
. Así lo expresó un sabio y yo hago mia esta frase. Mi infancia fue feliz y me siento orgulloso de haberla vivido en Mosqueruela. Por ello me considero chinchirino de corazón y he creado este blog para rescatar la Mosqueruela de antaño, la que guardo en mis recuerdos y que me gustaría compartir con todos aquellos que, como yo, llevan a Mosqueruela en el corazón.



domingo, 27 de mayo de 2012

Una Estrella en el corazón




Han comenzado ya las Fiestas de La Estrella y en el poblado esta noche reinará el espíritu jovial y festivo de los alegres bureos, como así ha sido durante siglos. Muchos van a ser los que estarán allí en persona y otros, desde la lejanía, lo harán con el pensamiento. Allí está el mío mientras esto escribo y allí lo estaba cuando, desde el corazón, compuse estas humildes estrofas a una Estrella que, esta noche, brilla entre mil estrellas.


Una Estrella en el corazón


Ya se acaba el mes florido,
postrer domingo de Mayo
ya engalana el chinchirino
casa, persona y caballo.

Ya lucen las zagalicas
trajes de bellos bordados
la campanas ya repican
La Estrella ya ha comenzado

Y repican las campanas
anunciando un año más
que la virgen soberana
ha salido a pasear.

Ya están en la Barbacana
en alegre procesión
y en los pechos arde llama
de una ancestral devoción.

Y los sabios, negros cuervos
ya silencian su graznar
presentando sus respetos
a la Virgen del lugar.

Y el viejo chopo de El Plano,
centinela en formación,
inclina sus verdes ramos
como una guardia de honor

Ya baja la romería
por el Barranco del Majo
en devota algarabía
se dirigen rambla abajo.

Y suben la cuesta umbría
con fervor y sacrificio
bebiendo del agua fría
de la Fuente de Aparicio.

Ya divisan las murallas,
las ruinas del torreón
que ganó en justa batalla
Don Jaime el Conquistador.

Ya se escucha el suave arrullo
del agua del Monleón
y a lo lejos un murmullo,
campanas tocadas son.

Y entre humildes margaritas
que tapizan los bancales
se dirigen a la ermita
zagalicas y zagales.

Y van cantando a una Estrella
que porta en mano divina
la virgen más dulce y bella
que la razón imagina.

Ya ha entrado en el Santuario
portada por los pastores
sobre el dosel centenario
va derramando favores.

Pasa la vida y, con ella,
pasan los años, los siglos
queda en el cielo La Estrella
y este fervor chinchirino.

¡Virgencica de la Estrella!
¡Virgen de mi devoción!
al igual que a Mosqueruela
te llevo en mi corazón.

Alberto Agudo

lunes, 21 de mayo de 2012

Cuando el Tamborero retumba


En lo más alto de el Tamborero, donde el horizonte se abre hacia el Penyagolosa, algunos pinos nos hablan desde las cicatrices que surcan sus troncos. Son las marcas del rayo y nos dicen que si la tormenta se desata en aquella Sierra lo mejor es no encontrarse allí.


Cuando el Tamborero retumba, el eco de su tambor resuena barranco abajo, sobre los pinos que  agita la tormenta y no se apaga hasta que, rebasando el Penyagolosa, llega a las tierras bajas de Castellón. Es entonces cuando el pastor se apresura a guardar su ganado, el masovero busca cobijo en lugar seguro y muchas almas sencillas de esta tierra, tantas veces herida por el rayo, invocan la protección de la Virgen de la Estrella, patrona de Mosqueruela.


El puntal del Tamborero se encuentra estratégicamente situado en el vértice que forman los términos de Mosqueruela, Cantavieja y La Iglesuela del Cid. Desde sus 1766 m. de altitud se puede observar hacia el sur la imponente mole del Penyagolosa, destacando entre un horizonte quebrado de barrancos y pinares, donde al final, muy lejos, podemos intuir el azul del mar.  

A la cima del Tamborero se llega por una pista entre suaves pendientes. Allí una torre de vigilancia forestal, que ya estaba en los años 60, destaca su color amarillo entre el verde de los pinos. Firmemente anclada a las peñas que coronan su cima, parece retar el viento de las tormentas y los rayos devastadores que a menudo fulminan los pinos a sus pies.

Torre de vigilancia forestal en el Tamborero, donde coinciden los términos de Mosqueruela, Cantavieja y La Iglesuela del Cid.

Y es que las peculiares condiciones orográficas de El Tamborero, justo en los límites de la Sierra del Rayo, hacen de él un pararrayos telúrico, un lugar hacia el que las fuerzas eléctricas desatadas por la naturaleza sienten especial querencia. Y la prueba de esto la tenemos en los numerosos pinos que se ven marcados con una cicatriz que recorre su tronco, desde la copa hasta el suelo, señal inconfundible del impacto de un rayo. Una herida que no suele matar el árbol, pero que permanece escrita en su corteza, como un aviso de peligro cuando las nubes se hacen negras sobre el Pinar Ciego y el viento comba los altos pinos.


La trayectoria del rayo permanece durante años marcada en la corteza de los pinos, como un aviso para el que sabe observar los signos de la naturaleza.


Dos pinos hermanos alcanzados por el mismo rayo. A pesar de la enorme cicatriz todavía se mantienen en pie.


El vigor del árbol consigue cicatrizar la herida. Pero, solitario y en un claro, sigue expuesto al peligro. ¿Cúando volverá a ser alcanzado?


Un impacto reciente. Sorprende la ausencia de zonas quemadas en la herida.


Sobre el nombre  "Tamborero"

La Toponimia es la ciencia que estudia el origen del nombre de los lugares, preguntándose porqué nuestros antepasados los llamaron así. Los topónimos suelen tener su origen en nombres de personas, como es el caso de Puertomingalvo (el puerto de Abingalvón, un jeque moro aliado del Cid) o en alguna característica del lugar que lo diferencia de los otros, como nos cuentan de la misma Mosqueruela, que proviene de "mosquera", palabra que designaba antaño el lugar donde se concentraba el ganado para descansar en su ruta trashumante.

Algunos de nuestros topónimos tienen un origen fácil de descubrir: el Plano (una planicie entre montañas), el Azafranar (en sus altos quizá crecía el azafrán), la loma del Milano (donde, tal vez, solían verse estas rapaces)... pero de otros no es tan evidente y su sentido se perdió en la noche de los tiempos.

Los rayos tienen querencia por los pinos aislados

Siempre me he preguntado el porqué se le llamó al puntal del Tamborero así, con ese rotundo y sonoro nombre. De pequeño ya se lo planteé a mi padre y recuerdo la historia que me contó:  "Hace más de cien años, cuando las Guerras Carlistas, en Cantavieja se había establecido el general Cabrera con el grueso de su ejército. En lo alto del Tamborero había establecido un puesto de vigilancia para avisarle con tiempo de la llegada del enemigo y cuando así ocurría, el vigía, que era un niño, tocaba un tambor y ponía en aviso al general".

Ahora, con la perspectiva de los años, aquella respuesta que entonces sació mi curiosidad de niño pienso que quizá fuera una historia que se inventó mi padre para complacer mi imaginación ávida de aventuras. Como las de Ulises que tanto le pedí que me contara y que él lo hacía cambiando a veces el final o mezclando los personajes.

Mutilado por el rayo, este pino sobrevive con la mitad de sus ramas.

Despues de ver estos pinos heridos por el rayo me inclino cada vez más a pensar en que el Tamborero lo llamaron así porque allí se desata el trueno: el retumbadero, o lugar donde retumba, y que por similitud semántica se transformó en tamborero. Porque cuando la tormenta se desencadena en la Sierra del Rayo entonces los estampidos retumban en el Tamborero, como si un gigante enfurecido rasgase sus tambores tras las nubes.

Mientras tanto, ajeno a estas cuestiones, el puntal del Tamborero sigue erguido entre barrancos, atrayendo rayos y centellas, como un mojón ancestral que contactara el cielo con la tierra equilibrando las energías telúricas. Y si por casualidad, estando allí, veis negras las nubes sobre el pinar Ciego y notais que el viento huele a tierra mojada, guardaos bien... y que os proteja la Virgen de la Estrella.


jueves, 3 de mayo de 2012

Mi perfil chinchirino

Mosqueruela. Atardecer entre los rastrojos de el Plano. Al fondo, los últimos rayos de sol acarician la colina de la ermita de San Antonio. Fotografía: Azucena Agudo.




Me gusta...

Pasear por el Plano
entre yermos bancales
y en la anciana vereda
saludar al pastor.
La escalera del rayo
en los altos puntales
y en la umbrosa chopera
zagalicas en flor.

Cabalgar sobre un trillo
entre mares de espigas,
aspirar la fragancia 
de la ontina sutil.
El pausado sonido
de lejanas esquilas,
los recuerdos de infancia
que me hicieron feliz.

El sabor agridulce 
de azulados endrinos,
el olor del enebro
en el Ciego Pinar.
El rumor que produce
el manar cristalino
de la Fuente el Maestro,
bajo el Azafranar.

Las desiertas masías
donde crece la ortiga,
el graznar de los cuervos
en el mas de Juan Gil.
La zagala que un día
me prendó en sus pupilas,
esos dulces recuerdos
forman parte de mí.

La chaqueta de pana 
que cubrió al masoguero,
y las olas del viento
cuando peina la mies.
La feliz Barbacana
cuando llega el recreo,
la nostalgia que siento
de aquel tiempo que fue.

Alberto Agudo