Mi patria es mi infancia



"Mi patria es mi infancia"
. Así lo expresó un sabio y yo hago mia esta frase. Mi infancia fue feliz y me siento orgulloso de haberla vivido en Mosqueruela. Por ello me considero chinchirino de corazón y he creado este blog para rescatar la Mosqueruela de antaño, la que guardo en mis recuerdos y que me gustaría compartir con todos aquellos que, como yo, llevan a Mosqueruela en el corazón.



domingo, 31 de julio de 2011

Gaseosas La Estrella


La década de los 60 quizá fue la época dorada de las gaseosas en España. Por toda su geografía se repartían multitud de pequeñas empresas, muchas de ellas familiares, que cubrían unos mercados muy locales por las dificultades que suponía el transporte. En los años 70, con la mejora de las comunicaciones, las grandes empresas como "La Casera" y las filiales de "Coca-Cola" entre otras, comenzaron a conquistar el mercado y poco a poco las obsoletas embotelladoras locales, carentes de recursos, fueron desapareciendo y con ellas todo un mundo y una cultura que hoy muchos recuerdan con nostalgia.

En Youtube hay un interesante canal (llepol14) que contiene varios videos de muy buena factura donde se intenta recuperar la memoria de aquellas fábricas de gaseosas hoy desaparecidas. Entre ellos encontramos una entrevista realizada en 2007 por J.Y.T. (no figura otro nombre en los títulos de crédito) a Antonio Tena Arahuete y su mujer, Teresa Andrés Bedrina, los últimos propietarios de "Espumosos La Estrella" de Mosqueruela. 

Por su interés me gustaría compartirla con todos vosotros. 
Alberto Agudo

·····ooOoo·····



Antonio Tena Arahuete:

Empecé en la fabricación de gaseosa en el año 1973. Yo se la compré a Julio Gargallo, que la vendió porque se quedó tetrapléjico de un accidente. Él la tenía en los bajos del ayuntamiento, donde antiguamente estaban los calabozos, y la montó allí porque era el alguacil. 

Cuando yo la compré la trasladé aquí, a mi casa. Por entonces mis hijos eran pequeños y trabajábamos mi mujer y yo, era una empresa familiar y nunca tuvimos operarios de fuera. Repartíamos a todos los pueblos de la comarca: desde Iglesuela a Cantavieja, Fortanete, Villarroya, Allepuz, Valdelinares, Linares, Puertomingalvo, Nogueruelas, Rubielos y Mora de Rubielos. Empecé con un Sava viejo y después me compré uno nuevo, pero siempre repartí con un camión de seis toneladas, aunque he de decirle que por el pueblo he repartido con un carretillo y hasta con un seiscientos (y cuando dice esto sonrie recordándolo con cariño), que a este le quitaba los asientos de detrás y allí metía tres o cuatro cajas... ¡y a repartir!... pero solo en el pueblo, porque fuera iba con el camión.

Coche para el reparto de gaseosas "La Exquisita" en Cee (La Coruña). Aunque Antonio Tena tenía un camión "Sava", también utilizó su seiscientos, y hasta un carretillo, para repartir en Mosqueruela. Foto: Gaseosas de Galicia
    

Las grandes marcas nos hacían la vida imposible, sobre todo "La Casera", que iba a matar: regalaba el envase y yo lo tenía que cobrar o no ganaba nada.

Yo tenía la gaseosa como producto mío, pero también vendía "Schweppes" y cerveza "El Águila" en exclusiva y luego tenía "Coca Cola", "San Miguel" y algunas otras más que repartía, pero ya sin exclusiva.


Hacíamos zarzaparrilla, así la decíamos y es que era una cosa  rara, eso no... (sonríe y no quiere entrar en detalles), después un producto de cola y una gaseosa de naranja/limón, que por cierto era muy buena, pero tuvimos que dejar de venderla ya que salía tan cara como la Fanta y no podía ser, porque la gente compraba los productos de marca y la nuestra no se vendía. Ese era el problema.


Según  Antonio Tena, las grandes marcas, sobre todo "La Casera", suponían una competencia a la que no podían hacer frente los pequeños fabricantes como él. En la foto, un anuncio de la casera de finales de los años 50. (Foto: Blogodisea)

Teresa Andrés Bedrina:

Yo recuerdo que eran, creo, cinco pesetas la caja, ese era el precio cuando empezamos. Cajas de diez botellas, que por entonces eran de madera y nos tocaba además hacer de carpinteros arreglándolas a menudo, hasta que cambiamos a las de plástico, que ya eran de doce y con las que se trabajaba mucho mejor, incluso en el apilado.... el único problema que tenían era que, ahora, al ser doce las botellas, las cajas pesaban más y yo, que me las tenía que apilar, tenía que hacer más fuerza.

Antonio: De maquinaria tenía la saturadora, que está por ahí guardada en un rincón, el depósito del agua, la lavadora esa pequeña, la máquina de los sifones y la llenadora, con las "bichismas" estas que se ponían (señala las piezas de una vieja máquina ya oxidada) que si quiere ponemos una.

(Y Antonio nos explica como alimentaba las cuatro salidas de la llenadora).

Ponías una y mientras se llenaba aprovechabas para poner otra y así sin parar, las cuatro... y aquí nos tirábamos horas y horas llenando botellas.


Máquina Saturadora marca "Vilella". Su precio: 31.000 pesetas seminueva. (Foto: Celandigital.com)


No hacíamos producciones altas, nos ajustábamos a lo que teníamos que repartir, porque no teníamos para almacenar mucho. A lo mejor trabajábamos dos días seguidos y luego estábamos tres sin fabricar, y venías a hacer un camión: 300/400 cajas, depende de lo que trabajaras.

Muchas, muchas (apostilla Teresa)... no podíamos vender más porque no podíamos fabricar más y esto era así porque no teníamos un gran almacén ni las cajas necesarias, osea, que íbamos fabricando según los envases que disponíamos.

Tenía una carcasa para que no te salpicara el agua (explica Antonio mientras pone una botella en la limpiadora). El agua entraba por aquí a presión; esto tenía por aquí unos cepillos, cogías la botella, cerrabas y la botella daba vueltas constantemente, con los cepillos limpiando por fuera y por dentro. Luego sacabas esta, ponías la otra y así sucesivamente sin parar.

Con su  "Sava", además de los espumosos "la Estrella", Antonio repartía en exclusiva cerveza "El Águila"..... 


Aquí el agua nos la daban de 9 a 11 de la mañana (nos cuenta Teresa), entonces tenías que aprovechar esas horas para hacer el lavado de las botellas, porque esa iba directa, y mientras, se llenaban los depósitos para por la tarde llenar.... Así que íbamos corriendo siempre, porque en Mosqueruela había poca agua y como había dos fábricas más -una de chandals y la serrería- pues se consumía bastante agua y hasta que hicieron pozos y trajeron más, el agua la teníamos muy, muy justa. Por la tarde cuando llenaba empezaba con el sifón, porque el sifón necesita más presión de gas y después me iba mejor con la gaseosa. Y mi marido se iba de reparto y al volver muchas veces me decía: "me ha faltado gaseosa", osea, que vendíamos más de la que podíamos hacer... y trabajábamos sábados, domingos y un montón de horas, más horas que un reloj.

.... y aquella tónica con ese nombre imposible de leer que  pronunciado era "Sueps". (Foto: Museo del Refresco)


Antonio: La gaseosa siempre se ha hecho con edulcorante artificial, nunca con azúcar, porque  de otra manera sale muy cara. Lo que se hacía con azúcar era la naranja y el limón, pero la gaseosa, siempre, siempre con edulcorante.

Al principio no había controles pero, últimamente, venía Sanidad cuando estabas trabajando, se te llevaba una botella y supongo que la analizarían, pero a mí nunca me dijeron nada y es que trabajábamos con unos baremos que teníamos que cumplir, con unos máximos y mínimos de la cantidad de edulcorante, ácido cítrico y demás que debía llevar cada producto según la fórmula.

Esta es la última que llené (nos cuenta Teresa mientras   mantiene una botella de gaseosa entre las manos) y después de haber trabajado 19 años en esto, la verdad es que en aquel momento lo pasé mal, me dió por llorar. Pero, como todas las cosas cuando las dejas, te da un poco de pena pero nada más. Ahora estoy contenta de haberlo dejado porque era muy pesado; yo he pasado muchísimo frío con esto, porque algunos días, llenando en el invierno, el delantal de plástico que llevábamos se me quedaba todo helado del frío que hacía. Así que estaba contenta pero al mismo tiempo me daba un poco de "cosa" el dejarlo.

Antonio empezó con un "Sava" viejo que luego cambió por uno nuevo de 6  toneladas, con él repartía  por los pueblos los días que no fabricaba. (Foto: Portada de un catálogo de camiones "Sava". transporteclasico.wordpress.com)


Antonio: Yo decidí cerrar, más que nada, por la competencia que me hacía La Casera y también porque veía que mis hijos no iban a seguir con el negocio y yo ya me hacía mayor. Así que, poco a poco, me fui haciendo a la idea y opté por cerrar y dejarlo todo.

·····ooOoo·····

Y aquí acaba este entrañable documento, que quedará para la historia reciente de Mosqueruela. Pero ese "dejarlo todo", esas palabras con que cierra la entrevista, hacen referencia, únicamente, a la fabricación de gaseosas.

Porque Antonio y Teresa son dos auténticos emprendedores, pues los ahorros conseguidos en esos 19 años de duro trabajo los invirtieron en la reforma de la casa donde tuvieron la fábrica y la acondicionaron para aprovechar el auge del turismo rural que ya era evidente por entonces (inicio de los 90).

En la actualidad la Casa Tena, con varios apartamentos y un amplio salón común con barbacoa, es ideal para alquilar en grupo. Recuerdo que la primera vez que me alojé allí (éramos un grupo de 22 personas), Antonio  me enseñó las viejas máquinas que se muestran en el video y me regaló una botella de las del tapón hermético que guardo con especial cariño... tal vez pensando que aquella vieja botella, tantas veces rellenada por Teresa en las gélidas mañanas de invierno, quizá alguna vez estuvo entre el hielo de aquella nevera que llevábamos de picnic a S. Bernabé. 

¡Quién sabe!



 

domingo, 17 de julio de 2011

Los chopos ausentes

Mosqueruela en los años 60. Vista del pueblo desde la Fuente del Maestro. Foto:http://mosqueruela.blogspot.com/ 


"El viajero que arriba a Mosqueruela por la carretera de Teruel no descubre la pintoresca imagen del pueblo hasta que, después de pasar por la Tosca y la Fuente de la Huerta, tras rebasar una curva elevada varios metros sobre los bancales de trigo, no se detiene allí, a beber de la Fuente del Maestro y observar la fértil vega que se ofrece a sus pies."

Hasta los años 60 unos humildes chopos daban su bienvenida de sombra a los que llegaban por la carretera de Teruel, una pista tortuosa de piedra y grava prensada, polvorienta y llena de baches. En verano sería de agradecer su sombra fresca y acogedora y en invierno el que fueran mojones para marcar el camino en las frecuentes nevadas. 

Aquellos chopos, como viejos centinelas en formación, parecían rendir honores a todos los que por allí se dirigían al pueblo. En la fotografía podemos observar que la fila de chopos era doble y continua hasta el molino y tal vez más allá; los chopos están podados para que las ramas no molesten a los camiones y marcados con pintura blanca en el tronco, quizá para resaltar de noche con la luz de los faros.

Aunque la foto es en blanco y negro se puede intuir la lozanía y el vigor de aquellos árboles que aprovechaban las aguas subterráneas que iban desde la fuente del Maestro hasta el lavadero pasando por el Molino y su balsa.

Qué fue de ellos sí que lo sabemos: desaparecieron a finales de la década, pero... ¿por qué?. Me inclino a pensar que las gruesas raices comenzarían a quebrar la pista de tierra y en beneficio del tráfico alguien tomó la decisión de talar estos viejos amigos. 

Desde entonces los que acudían a la Fuente del Maestro con sus garrafas a llenarlas de su saludable agua, o los que paseaban los domingos después de la misa hasta la Tosca y la Fuente de la Huerta, lo tuvieron que hacer a pleno sol; los viejos chopos ya no estaban allí, ofreciendo su generosa sombra y unos años más tarde la desgastada pista de tierra se vistió de asfalto y el recuerdo de aquellos chopos solo permaneció en la memoria de los más viejos.


Mosqueruela en los años 90 vista desde el Molino. Foto: Azucena Agudo,1993.

miércoles, 22 de junio de 2011

Un día de picnic en S. Bernabé


Año 1969. Mis hermanos Mario, Azucena y yo.

Esta foto está hecha en S. Bernabé, en los prados que dan al mas de Ciprian, un paraje que en la actualidad sigue igual, aunque muchos pinos no sean los mismos después de 42 años. 

En verano, como no teníamos escuela y el buen tiempo invitaba a ello, solíamos salir a comer al campo. Mi padre era veterinario y áprovechaba las visitas que hacia a las masías para llevarnos a todos en el coche y dejarnos con mi madre y los bártulos en algún pinar mientras él se iba a hacer su trabajo.

Por aquellos años no estaba prohibido encender fuego en el monte y recuerdo a mi madre, haciendo honor a su origen valenciano, cocinando la paella sobre un fuego rodeado de piedras en algún claro entre los pinos, o a mi padre asando la carne sobre las brasas. 


La carne y la bebida la llevábamos en una nevera de hielo, el cual mi madre había preparado el día anterior en el congelador del frigorífico de casa. Estas neveras, tan comunes en la actualidad, eran una novedad en la década de los 60 cuando comenzaron a popularizarse los frigoríficos domésticos.


Mi madre, en una mano la nevera y la otra sujetando a Mario para que no se mueva, ¡que luego salen las fotos borrosas!.


El contacto con la naturaleza y el aire fresco del pinar abría nuestro apetito para alegría de mi madre que siempre se quejaba de que comíamos poco y nos veía demasiado flacos a los tres; sobre todo a mí, el mayor, que parecía un manojo de sarmientos y que por ello cada dos por tres me daba vitaminas y reconstituyentes para ver si engordaba. Pero yo todo lo empleaba en crecer y las calorías que sobraban las consumía en mis juegos y aventuras. 


San Bernabé era uno de nuestros sitios preferidos para salir de picnic: el pinar tapizado de césped desde la ermita, ladera abajo hasta el llano que lleva a Mosqueruela, invitaba a jugar con la pelota, a dar volteretas y tumbos, a explorarlo buscando hongos de prado, fresas, endrinas , calambrujos... Tenía una charca, donde siempre habia agua y abrevaba el ganado, que nosotros visitábamos para pescar renacuajos o probar nuestros barcos de corteza de pino... ¡Que rápidas pasaban las horas! 


Cuarenta años después me sigue fascinando San Bernabé, tan próximo a mí como lo son mis recuerdos de aquellos luminosos días. Casi siempre que voy a Mosqueruela visito la ermita y el pinar de mi infancia y compruebo con alegría que el paraje sigue igual, como si el tiempo se hubiera detenido y en cualquier momento pudiera aparecer mi padre, en su Dyane-6, de vuelta de su visita a las masías.


Es la magia de San Bernabé.



martes, 7 de junio de 2011

La Matanza del Cerdo según Antonio Monforte




video subido por orko3116

Antonio Monforte, de 72 años, explica que él conoce la matanza del cerdo desde que tenía uso de razón. Cuenta en el video:

" Antes, cuando la gente vivia en las masías, se mataba allí, entonces el dia del matacerdo era un dia muy grande porque acudian los vecinos y familiares a ayudar en la tarea, muchas veces se mataba también una vaca o un toro, luego se hacia la conserva y se preparaban los jamones...".

El embutido y las conservas debían durar hasta el año siguiente, porque en aquellos tiempos no habia los recursos que hay ahora con las neveras y los congeladores y .. "había que mirar todos los medios que se conocían de entonces y venian de antigüedad, de toda la vida,  pero ahora es que se ha modernizado mucho la cosa y las costumbres no son iguales...."

La entrevista está realizada en el Matadero Municipal y al respecto Antonio Monforte comenta:

"Antes la gente mataba en casa, pero ahora tenemos el Matadero que, pues eso, vas al Ayuntamiento, pagas por el derecho y aquí lo tienes para tu servicio, no sé si son cinco euros o cinco con diez, que no me acuerdo ahora bien".

Preguntado sobre si cada uno se trae el matarife propio, Antonio contesta:

"Hombre, pues ahí, claro, tienes un amigo que sabe y te ayuda y ahora se mata mucho menos que antes, que por estas fechas esto estaba a tope y tenias que hacer turnos y todo. Ahora los fines de semana es cuando más, pero..."

Y entonces ¿hoy es el último día que se mata?, le interrumpe el entrevistador. " No, no, no, esto, mientras haiga cerdos sigue habiendo matanza, todo el mes de enero.... hasta el tiempo" " la morcilla es de arroz o de arroz y cebolla, se hace salchichón, longaniza de Aragón... y chorizos. Se aprovecha todo el bicho".

Mientras el entrevistador ya se despide y le tiende la mano, Antonio no se resiste a decirle: "el cerdo que van a ver ahora con Montse, ese se lo vendí yo; lo crié en casa con calabazas, cebada, trigo y algo de pienso para ayudar. Ese cerdo lleva recriándose desde el mes de mayo, poquico a poco...así que bueno estará. Le diga a la Sofia que le dé una chuleta" (y se rie).

Antonio tambien pregunta: "Bueno, adonde tengo que salir luego" refiriéndose al video y el entrevistador le dice que, más adelante, le enviará un DVD con la entrevista pues se lo merecía por haberles tratado tan bien. Y el bueno de Antonio le dice:" Bien, pues yo se lo pagaré". El entrevistador le explica que lo hace por afición y que no le cobrará nada, ¡faltaria más!

Pero todavía le queda a Antonio una última pregunta: "¿Sabe que, sabe que?: mi mujer cuando estaba regirando la sangre y todo eso, cuando mataban el cerdo, ¿también la han grabado?¿la han recogido a ella?"

Entrañable personaje, Antonio Monforte.


miércoles, 1 de junio de 2011






Ermita de San Bernabé. Puertomingalvo.




En este lugar encantado
vive el santo Bernabé
pastorcico tenle fé
y guardará tu ganado.
                                   Popular
(Escrito a lápiz sobre la cal de una pared del porche)




La ermita de San Bernabé vista desde la parte de Puertomingalvo. Una tarde soleada de Octubre 2007

Unas volteretas en honor a San Bernabé.

Desde los alrededores de San Bernabé se ve a la derecha el torreón defensivo del mas de "Torre Pintada".  

Los dos picos que se divisan son el Cate (1551m) y el Pellejero (1606m). Detrás de ellos y entre barrancos está Castelvispal.


El sol se esconde, hay que aprovechar sus últimos rayos.

Otro atardecer más enrojece las viejas piedras de arenisca de la ermita.

¡Adios San Bernabé!. Volveremos pronto.

martes, 31 de mayo de 2011

BH: cada kilómetro un parche


Con mi hermano Mario, recién estrenada la bicicleta "BH" que me regalaron por mi comunión. Año 1969.



Fue mi primera bicicleta y el regalo de mis padres por mi primera comunión. La guardaba en el bajo de la casa del cura, donde vivíamos alquilados, y como siempre estaba abierta la puerta un día me la robaron. Aquello era un acontecimiento insólito y fue tema de conversación en bares y tiendas durante unos cuantos días; el robo de mi bicicleta había roto la monótona rutina del pueblo. Se avisó a la Guardia Civil y muy pronto se resolvió el caso.

La bicicleta apareció en el más del Letrado junto a la carretera, justo en el empalme con la pista que llevaba al Pinar Ciego y a Valdelinares. La habían abandonado en perfecto estado.

¿Quienes fueron los autores?. He de deciros que desde el primer momento se supo. Fueron muchos los testigos que habían visto a dos mozos de Alcalá de la Selva con unos vinos de más (debió ser algún día de fiesta) subidos a una bicicleta por el Lavadero y más allá de la Tosca. La Guardia Civil solo tuvo que seguir la carretera y pronto encontró la bici, y los dos mozos unos metros más adelante, derrumbados sin poder caminar. No estaban acostumbrados a pedalear y además con resaca no pudieron llegar muy lejos.

Mi padre recuerdo que no quiso poner denuncia, incluso conocía al padre de uno de ellos y según me contó estaban muy arrepentidos y humillados.


Bicicleta Orbea clásica años 60, frenos de varilla.


Entre los afortunados que teníamos bicicleta por aquel entonces había dos bandos bien diferenciados: los que tenían una bici marca "BH" y los que tenían una "Orbea". Para cada una el ingenio infantil había inventado un dicho a modo de eslogan publicitario. 

"BH: cada kilómetro un parche" 
"Orbea: cada kilómetro se mea". 

Recuerdo como una gran hazaña el viaje más largo que hice con ella, que fue por la carretera de Villafranca hasta la misma placa que marcaba el límite de la provincia, para mí fue un orgullo poder decir que había ido en bicicleta hasta la provincia de Castellón.